domingo, 12 de septiembre de 2010

Mar.


Sumida en un mar de dudas donde los interrogantes acordonan mis tobillos, abrazan mis muslos y se ciñen a mi cintura. 

La desconfianza me llena la boca, la incertidumbre se agarra a mi lengua y la vacilación destroza mis cuerdas vocales.

Los tiburones de la soberbia nadan a mi alrededor, acechando a la presa sangrante, esperando a que esta se rinda ante las crueles mareas de la inseguridad.

Las algas de la arrogancia envuelven mis muñecas y me impiden nadar hacia la orilla.

Las gaviotas de la confianza y el optimismo caen a mi alrededor, muertas a manos de los insaciables buitres de la indeterminación.

La sal resquema, excaba y perfora mis heridas, buscando petrificar mi orgullo y convertirme en un pez de cuarzo en este perenne e ilimitado mar.

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